La parábola de los ciegos y el elefante es un breve y antiguo cuento de origen hindú, que se ha difundido notablemente por su valor metafórico.
Ha sido utilizado en infinidad de oportunidades para ilustrar las dificultades que podemos tener en un momento determinado para conocer la totalidad de la realidad.
En este caso, quiero compartirlo como ejemplo del efecto que tienen tus paradigmas a la hora de analizar una situación:
En aquel pueblo vivían seis hombres ciegos, que un día fueron sorprendidos por un elefante.
Como no podían verlo, decidieron “analizarlo” palpando el cuerpo del animal.
Cada ciego tocó una parte diferente del elefante y después cada uno opinó sobre sus sensaciones:
El que tocó la pierna dijo “el elefante es como una columna”.
El que tocó la cola dijo “es como una cuerda”.
El ciego que tocó la trompa dijo “es como una rama de un árbol”.
El que tocó la oreja dijo “es como un abanico”.
El que tocó el vientre dijo “es como una pared”.
Y el ciego que tocó el colmillo dijo “es como un tubo sólido”.
Un sabio que pasaba cerca escuchó la discusión y decidió acercarse para decirles:
“Todos tienen razón. El elefante tiene todas las características que indican. Pero ninguno podrá entender cómo es un elefante, porque cada uno solo ha tocado una parte de él.”
Como has podido darte cuenta, nuestras opiniones siempre estarán sesgadas por nuestros propios paradigmas, a menos que compartamos el proceso de aprendizaje con otras personas. Ellas siempre verán “otras partes del elefante”, que no están al alcance de los sesgos o prejuicios que tenemos del mundo.