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martes, 30 de octubre de 2012

Los problemas sistémicos


Actualmente vivimos en un sistema internacional en el cual ninguna potencia mundial es considerada el “h e ge m ó n ”, por lo cual asistimos a diversas turbulencias que enrarecen la formación de una arquitectura mundial a largo plazo, dando pasos agigantados hacia un abismo sistémico del cual será muy difícil salir y buscar las formas adecuadas para restablecer o al menos iniciar el camino para un nuevo orden mundial. Desde la paz de Westfalia (1648) hasta la I Guerra Mundial (1914), encontramos una uniformidad heterogénea en los sistemas estatales e internacionales, basados en las concepciones de soberanía y Estado nación, que configuraron el orden mundial en esos tiempos, dando lugar a la aparición de estados que con el tiempo desaparecieron o fueron forzados a formar una sola entidad estatal, tales como el imperio austro-húngaro, turco-otomano. A partir de esas experiencias, la teorización de un nuevo orden mundial se ha dificultado extremadamente, dando lugar a interminables discusiones y percepciones de parte de los expertos sistémicos. De esta manera, la configuración de un (des) orden mundial ha venido dando diferentes concepciones históricas metodológicas como parte de un debate al más alto nivel intelectual, para dar lugar a una expresión o conceptualización acorde a los nuevos tiempos y desafíos que imponen los cambios coyunturales a nivel estatal e interestatal. El derecho internacional ha dado algunas nuevas vías parar homogeneizar dichas divergencias que a través de los siglos ha persistido y con esto no ha dejado a la teoría de las relaciones internaciones y del sistema internacional, por ende, buscar un fin común, una explicación lógica para entender definitivamente los cambios en el sistema internacional. A la vez, los diversos fenómenos internacionales han dado un camino indeterminado en la búsqueda de términos igualitarios. Ejemplos como las dos guerras mundiales, el período entre guerras con la consecuente crisis de 1929, el inicio y fin de la denominada Guerra Fría, que trajo consigo los diversos movimientos guerrilleros, la descolonización, el surgimiento y a veces confirmación de organismos regionales e internacionales, la aparición de un proceso de integración europeo, los cuales reconstruyeron o reconfiguraron el orden internacional. La codificación del derecho internacional, la aparición de diversos procesos integracionistas a la par del proceso de imposición o desfragmentación de imperios dominaron el período recién posguerra fría, dieron inicio a una nueva configuración del orden mundial, donde los problemas sistémicos eran un continuo de los anteriores cambios dados a este nivel. Los atentados del 11–S, vinieron a brindar nuevas herramientas para el análisis y estudio de los nuevos fenómenos internacionales. El terrorismo que se conoció con esos terribles atentados y, posteriormente, con atentados parecidos en España e Inglaterra, dieron la pauta para el inicio de estudios de este nuevo fenómeno, que rebasaba la teoría hasta esos días conocidas. El hecho de ser ataques que no fueron provenientes de entes estatales, rebasó las expectativas teóricas de la ciencia de relaciones internacionales, con lo cual se inició la búsqueda de respuestas o justificaciones de semejantes ataques innecesarios. Actualmente, el sistema internacional vuelve a sufrir de la falta de un lineamiento a través del cual mantener cierto orden. Las potencias dominantes y no hegemónicas no asumen el rol catalizador de conseguir un objetivo claro, como la paz y seguridad internacional, el desarrollo socio económico de las naciones “menos adelantadas” o en estas circunstancias de un “décimo o undécimo mundo” rodeado de pobreza y desigualdades gigantescas. El panorama no es alentador, sin embargo, las necesidades del mundo se centran en un mejor desarrollo socio económico  equilibrio ecológico-ambiental, mayor receptividad a las sociedades desde cada nación, las cuales nos brindarían un mejor ambiente sistémico a nivel mundial. Los estados juegan el papel primordial en responder a dichas demandas, por lo cual necesitamos con urgencia gobiernos elegidos democráticamente que se enmarquen en procesos abiertos de democracia, entendiéndola como un sistema que genera las libertades necesarias para los individuos que, en su conjunto, forman la sociedad nacional y a la vez internacional.



Ricardo A. De León B
opinion@prensa.com

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