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domingo, 25 de noviembre de 2012

Leonardo da Vinci: pensador sistémico


“Antes de dar un paso más, realizaré experimentos, porque mi propósito es exponer primero la experiencia y luego, mediante el razonamiento, mostrar por qué esa experiencia está destinada a operar precisamente de esa manera. Es ésta la verdadera regla que deben seguir quienes reflexionan sobre los fenómenos de la naturaleza”. Leonardo da Vinci, c. 1513

Leonardo da Vinci fue lo que hoy en día, en nuestra jerga científica, denominaríamos un pensador sistémico. Para él, comprender un fenómeno significaba ponerlo en conexión con otros fenómenos mediante una semejanza de modelos. Cuando estudió las proporciones del cuerpo humano, las comparó con las proporciones de los edificios de arquitectura renacentista. Sus investigaciones sobre músculos y huesos lo condujeron a estudiar y dibujar engranajes y palancas, interrelacionando así fisiología animal e ingeniería. Los modelos de turbulencia en el agua lo llevaron a observar modelos similares en la corriente de aire; y de allí pasó a explorar la naturaleza del sonido, la teoría de la música y el diseño de instrumentos musicales.

Esta habilidad excepcional para interconectar observaciones e ideas procedentes de distintas disciplinas anida en el corazón mismo del enfoque que Leonardo tenía del conocimiento y la investigación. Al mismo tiempo, ésa fue también la razón por la que tantas veces se vio arrastrado tan lejos y extendió sus investigaciones mucho más allá de la función originaria implícita en la formulación de una “ciencia de la pintura”, para explorar el espectro casi completo de fenómenos naturales conocidos en su época, así como muchos otros no reconocidos hasta entonces.



La obra científica de Leonardo era prácticamente desconocida en vida de su autor y permaneció oculta durante más de doscientos años tras su muerte, acaecida en 1519. Sus pioneros descubrimientos e ideas no ejercieron influencia directa en los científicos que lo sucedieron, aunque durante los cuatrocientos cincuenta años siguientes su concepción de una ciencia de las formas vivas volvería a aparecer en diversas épocas. En esos períodos, los problemas con los que Leonardo había luchado volvían a abordarse con niveles crecientes de complejidad a medida que los científicos progresaban en su comprensión de la estructura de la materia, las leyes de la química y el electromagnetismo, la biología celular y molecular, la genética y el papel decisivo de la evolución en la plasmación de formas del mundo vivo.

Hoy en día, dada nuestra ventaja de contar con la ciencia del siglo XXI, podemos reconocer en Leonardo da Vinci un temprano precursor de todo un linaje de científicos y filósofos cuyo centro de interés fue la naturaleza de la forma orgánica. Entre ellos figuran Immanuel Kant, Alexander von Humboldt y Johann Wolfgang von Goethe en el siglo XVIII; Georges Cuvier, Charles Darwin y D’Arcy Thompson en el XIX; Alexander Bogdanov, Ludwig von Bertalanffy y Vladimir Vernadsky a comienzos del XX; y Gregory Bateson, Ilya Prigogine y Humberto Maturana a finales del siglo XX; lo mismo que morfologistas y teóricos de la complejidad contemporáneos, como Brian Goodwin, Ian Stewart y Ricard Solé.

La concepción orgánica de la vida, propia de Leonardo, siguió durante siglos su curso como una corriente subterránea de la biología, con breves períodos en los que emergía y dominaba el pensamiento científico. No obstante, ninguno de los científicos de este linaje reparó en que el gran genio del Renacimiento ya había anticipado muchas de las ideas que ellos exploraban. Mientras los manuscritos de Leonardo acumulaban polvo en antiguas bibliotecas europeas, Galileo Galilei era celebrado como el “padre de la ciencia moderna”. No puedo sino sostener que el verdadero fundador de la ciencia moderna fue Leonardo da Vinci, y me pregunto cuál habría sido el desarrollo del pensamiento científico en caso de que los cuadernos de notas se hubiesen conocido y estudiado poco después de su muerte.



“La ciencia de Leonardo. La naturaleza profunda de la mente del gran genio del Renacimiento”. Fritjof Capra. Editorial Anagrama

1 comentario:

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